Al norte del Océano Pacífico existe una gigantesca isla cuya superficie es muy similar a la de la Francia y Alemania unidos. A unos mil kilómetros de Hawái podemos encontrar esta creación no deseada por el ser humano pero consecuencia de sus actos. Es un basurero flotante, donde toneladas de plástico se acumulan en un remolino que hace que no se traslade, sino que se acumulen todos los desechos. Se calcula que tiene alrededor de los 40 metros de profundidad y sigue creciendo.
En los últimos 40 años la cantidad de plástico vertida y suspendida en el mar se ha multiplicado por cien. Esto se traduce, no solo en el impacto visual y paisajístico, sino en las consecuencias que sufren la flora y la fauna, y de manera indirecta los seres humanos. De hecho, la ONU advirtió que esta “isla” causaba la muerte de 1 millón de pájaros al año, además de los perjuicios a otras especies como los mamíferos marinos, que quedan atrapados en bolsas y demás desechos, muriendo casi 100 mil en el mismo periodo de tiempo.
Los más de 100 millones de toneladas de basura proceden de dos de los continentes que más residuos generan, Asia y América. El 80% de los mismos son plástico y ante la pregunta, ¿cuánto tardará en desaparecer esto? La respuesta es clara, nunca. El plástico es uno de los residuos que más tiempo tardan en desaparecer y al mismo tiempo el más usado en la fabricación de productos, de manera que el futuro de ese fenómeno no es otro que crecer.
Pero no se debe perder la esperanza. Algunas asociaciones, como Kaisei, han decidido ponerse manos a la obra y acabar con esta lacra. La organización sin ánimo de lucro intenta centrarse ante todo en las acciones de limpieza y prevención con el fin de evitar que esta isla se expanda y de controlar los residuos. Con la ayuda de las donaciones pueden poner en marcha innovaciones y nuevas tecnologías para limpiar de manera eficiente el océano. Todas sus expediciones, en este caso la tercera, pueden seguirse a través de las redes sociales, al igual que sus iniciativas, como Save Kai.
Muchos dicen que el reciclaje solo es una moda y que realmente no tiene ningún efecto porque, según algunos, por uno más que ensucia tampoco va a cambiar mucho. Sin embargo, desde aquí os queremos animar a reciclar, a ser más conscientes de que Tierra solo hay una y que cualquier pequeño cambio en nuestra rutina puede tener un gran efecto en el mundo. Sin ir más lejos, si usamos una bolsa de tela se pueden ahorrar una seis bolsas por semana, 288 al año y en una vida 22.176. Si a menos una de cada cinco personas en el mundo hiciera este acto se ahorrarían más de un trillón de bolsas.
Porque hay pequeños actos que pueden salvar vidas, no solo hay que centrarse en los humanos, sino también en los animales que son sustento de nuestra existencia.
Por: Patricia González
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